ARTÍCULOS DE OPINIÓN
Las heroínas del cuidado
Tere Sáez. Coordinadora de ANDREA.
En África se hacen cargo de miles de huérfanos. Cada una de ellas atiende a
veinticinco niños y niñas. Sin medios, sin dinero, con un cuerpo cansado de ver, sufrir y
luchar contra tanta miseria e injusticia. Un cuerpo que ha llorado hasta lo indecible cada
vez que ha perdido una hija, un hijo, una nieta...Un cuerpo que da y da hasta el
exterminio, convencido de que alguien tiene que hacerlo y que no duda en ponerse a la
tarea, a pesar de la dureza y las malas condiciones. Normal que a las abuelas del SIDA
las definan las Heroínas. Gracias a ellas hay esperanza, hay vida, hay posibilidades de
cambio, hay dignidad.
veinticinco niños y niñas. Sin medios, sin dinero, con un cuerpo cansado de ver, sufrir y
luchar contra tanta miseria e injusticia. Un cuerpo que ha llorado hasta lo indecible cada
vez que ha perdido una hija, un hijo, una nieta...Un cuerpo que da y da hasta el
exterminio, convencido de que alguien tiene que hacerlo y que no duda en ponerse a la
tarea, a pesar de la dureza y las malas condiciones. Normal que a las abuelas del SIDA
las definan las Heroínas. Gracias a ellas hay esperanza, hay vida, hay posibilidades de
cambio, hay dignidad.
Aquí, NUESTRAS heroínas, han trabajado cuidando y cuidando sin parar, haciendo de
colchón afectivo, para todos y todas. A nuestras heroínas de hoy en día se les sigue
haciendo merecedoras del cuidado gratuito, cada vez que faltan plazas para los y las
peques en las escuelas infantiles, o cuando hay que salir, o ahorrar para comprar el
piso... Siguen siendo fundamentalmente ellas, las que hacen este trabajo, ahorrando
dinero a cada familia en concreto y al estado en su conjunto. ¿Que pasaría si todas se
pusieran de acuerdo e hicieran huelga indefinida, dejando de cuidar a peques y a
personas un poco más mayores o iguales que ellas en edad?: Que el mundo casi se
pararía y sobre todo que nuestros gobiernos deberían de dedicar mucho pero que
mucho más dinero a cubrir los servicios sociales y de conciliación necesarios para
nuestra vida actual.
colchón afectivo, para todos y todas. A nuestras heroínas de hoy en día se les sigue
haciendo merecedoras del cuidado gratuito, cada vez que faltan plazas para los y las
peques en las escuelas infantiles, o cuando hay que salir, o ahorrar para comprar el
piso... Siguen siendo fundamentalmente ellas, las que hacen este trabajo, ahorrando
dinero a cada familia en concreto y al estado en su conjunto. ¿Que pasaría si todas se
pusieran de acuerdo e hicieran huelga indefinida, dejando de cuidar a peques y a
personas un poco más mayores o iguales que ellas en edad?: Que el mundo casi se
pararía y sobre todo que nuestros gobiernos deberían de dedicar mucho pero que
mucho más dinero a cubrir los servicios sociales y de conciliación necesarios para
nuestra vida actual.
Ellas, esas heroínas a las que al igual que las africanas, se les ha negado
históricamente el derecho a vivir dignamente, con unos ingresos propios que no las
hagan dependientes de familiares de la beneficencia: Unas, las que se han quedado
viudas se les ha dejado con pensiones ridículas. A otras, que tienen la suerte de tener
todavía a su lado a su compañero marido, por haber tenido que optar al igual que todas
en aquellos años, por dejar el trabajo fuera de casa, para hacerse cargo de la familia en
su conjunto. Todas, que trabajaron en el mercado laboral durante algunos años, en su
juventud, han llegado a mayores y se encuentran sin un duro propio, en algunos casos
con una pensión no contributiva de 200€. Vaya paradoja: Lo que trabajaron fuera de
casa no sirve para nada, ya que no cumplen los requisitos de las leyes actuales. Lo que
trabajaron y siguen trabajando en casa, tampoco: ¡Que injusticia! A estas mujeres
también se les debe una reparación histórica. No solo homenajes. También dignidad
económica y reconocimiento de su trabajo. Esta es una buena causa, para la vida
política: Reponer un hecho al que ha obligado la sociedad. Han trabajado y han seguido
haciéndolo. Nadie les dio ni le permitió más opciones, ni nadie hizo nada para que
existieran servicios de conciliación, así que lo de los quince años de cotización, está
pensado en todos, no en todas, cuando nos referimos a aquellos años. Hoy, para
muchas desgraciadamente también.
históricamente el derecho a vivir dignamente, con unos ingresos propios que no las
hagan dependientes de familiares de la beneficencia: Unas, las que se han quedado
viudas se les ha dejado con pensiones ridículas. A otras, que tienen la suerte de tener
todavía a su lado a su compañero marido, por haber tenido que optar al igual que todas
en aquellos años, por dejar el trabajo fuera de casa, para hacerse cargo de la familia en
su conjunto. Todas, que trabajaron en el mercado laboral durante algunos años, en su
juventud, han llegado a mayores y se encuentran sin un duro propio, en algunos casos
con una pensión no contributiva de 200€. Vaya paradoja: Lo que trabajaron fuera de
casa no sirve para nada, ya que no cumplen los requisitos de las leyes actuales. Lo que
trabajaron y siguen trabajando en casa, tampoco: ¡Que injusticia! A estas mujeres
también se les debe una reparación histórica. No solo homenajes. También dignidad
económica y reconocimiento de su trabajo. Esta es una buena causa, para la vida
política: Reponer un hecho al que ha obligado la sociedad. Han trabajado y han seguido
haciéndolo. Nadie les dio ni le permitió más opciones, ni nadie hizo nada para que
existieran servicios de conciliación, así que lo de los quince años de cotización, está
pensado en todos, no en todas, cuando nos referimos a aquellos años. Hoy, para
muchas desgraciadamente también.
¿Cómo estarán las mujeres afganas?
Tere Mollà
Me gustaría saber qué está pasando con las mujeres de Afganistán. Hace mucho que
no se habla de ellas.
Y cuando digo que me gustaría saber lo que les ocurre, me estoy refiriendo a sus
realidades cotidianas. Por ejemplo a si han perdido el miedo a ir sin la terrible burka
sobre sus cuerpos, o a si ya pueden salir con cierta “normalidad” por las calles de sus
ciudades, o a si las niñas pueden ir al colegio como sus compañeros masculinos.
No me refería a si pueden o no votar, o ser representantes públicas o tener un status
de completa igualdad con respecto a los hombres.
Hace tiempo que no sabemos casi nada de ellas, al menos no salen como reclamo
publicitario para, en cierto modo, justificar una guerra.
Si no recuerdo mal, aquella campaña de las EE.UU. se llamaba “justicia infinita” y me
sigo preguntando, como entonces, si esa justicia infinita habrá llegado para las
no se habla de ellas.
Y cuando digo que me gustaría saber lo que les ocurre, me estoy refiriendo a sus
realidades cotidianas. Por ejemplo a si han perdido el miedo a ir sin la terrible burka
sobre sus cuerpos, o a si ya pueden salir con cierta “normalidad” por las calles de sus
ciudades, o a si las niñas pueden ir al colegio como sus compañeros masculinos.
No me refería a si pueden o no votar, o ser representantes públicas o tener un status
de completa igualdad con respecto a los hombres.
Hace tiempo que no sabemos casi nada de ellas, al menos no salen como reclamo
publicitario para, en cierto modo, justificar una guerra.
Si no recuerdo mal, aquella campaña de las EE.UU. se llamaba “justicia infinita” y me
sigo preguntando, como entonces, si esa justicia infinita habrá llegado para las
mujeres.
Fue muy duro para algunas de nosotras, descubrir las situaciones en las que vivían
aquellas mujeres. He de reconocer que me impresionó muchísimo saber cómo eran
desposeídas incluso de su propia identidad siendo ocultadas detrás del terrible burka.
Pero con el tiempo muy poco se ha vuelto a saber de ellas.
Y me pregunto hasta qué punto fueron utilizadas, una vez más, para poder enseñar al
mundo lo “malos” que eran los talibanes, que por otro lado, nadie lo duda.
Esa utilización de las terribles condiciones de vida (por llamarlo de alguna manera) de
aquellas mujeres, hoy me parece indecente. Y digo esto, porque precisamente
quienes exhibieron aquellas imágenes no pueden llamarse a sí mismo defensores de
los derechos de las mujeres.
Consiguieron, eso sí, poder invadir aquel país con una cierta “comprensión” del resto
de los países, puesto que iban a liberar a esas pobres mujeres de las zarpas de los
talibanes y después democratizar el país.
Unos años después nos encontramos con que ni hay democracia ni creo que las
mujeres hayan superado sus terrores hacia las situaciones derivadas de aquel período
terrorífico en sus historias tanto personales como colectivas.
¿Habrán restituido alas mujeres que sobrevivieron a aquella etapa de terror, a sus
puestos en hospitales, escuelas, negocios o cualquiera de los puestos de trabajo que
ocupaban antes de la llegada de los talibanes?, ¿les habrán restituido la dignidad que
les arrebataron como seres humanos?
¿Se habrán preocupado por la situación de las niñas que seguro que se cuentan por
miles, que quedaron huérfanas?,¿de su educación, salud y condiciones de vida?
Y cuando utilizo el “habrán” me estoy refiriendo a los que llegaron como salvadores de
sus derechos y de su dignidad.
Mucho me temo que las niñas seguirán siendo explotadas de todas las maneras
posibles, que se las seguirá negando el derecho a su propia infancia, que serán
utilizadas en matrimonios concertados entres las familias, que se las obligará a
maternidades siendo extremadamente jóvenes para poder afrontarlas con la madurez
necesaria, y así un sinfín de calamidades.
¿Qué habrá pasado con las miles de viudas que quedaron en la calle expuestas a
palizas y tratos vejatorios peores que los que se le pueden propinar a los perros
callejeros?, ¿Alguien se habrá ocupado de ellas para que hayan podido sobrevivir?
Y mientras, los hombres, eso sí tutelados por los invasores EE.UU. seguirán
aquellas mujeres. He de reconocer que me impresionó muchísimo saber cómo eran
desposeídas incluso de su propia identidad siendo ocultadas detrás del terrible burka.
Pero con el tiempo muy poco se ha vuelto a saber de ellas.
Y me pregunto hasta qué punto fueron utilizadas, una vez más, para poder enseñar al
mundo lo “malos” que eran los talibanes, que por otro lado, nadie lo duda.
Esa utilización de las terribles condiciones de vida (por llamarlo de alguna manera) de
aquellas mujeres, hoy me parece indecente. Y digo esto, porque precisamente
quienes exhibieron aquellas imágenes no pueden llamarse a sí mismo defensores de
los derechos de las mujeres.
Consiguieron, eso sí, poder invadir aquel país con una cierta “comprensión” del resto
de los países, puesto que iban a liberar a esas pobres mujeres de las zarpas de los
talibanes y después democratizar el país.
Unos años después nos encontramos con que ni hay democracia ni creo que las
mujeres hayan superado sus terrores hacia las situaciones derivadas de aquel período
terrorífico en sus historias tanto personales como colectivas.
¿Habrán restituido alas mujeres que sobrevivieron a aquella etapa de terror, a sus
puestos en hospitales, escuelas, negocios o cualquiera de los puestos de trabajo que
ocupaban antes de la llegada de los talibanes?, ¿les habrán restituido la dignidad que
les arrebataron como seres humanos?
¿Se habrán preocupado por la situación de las niñas que seguro que se cuentan por
miles, que quedaron huérfanas?,¿de su educación, salud y condiciones de vida?
Y cuando utilizo el “habrán” me estoy refiriendo a los que llegaron como salvadores de
sus derechos y de su dignidad.
Mucho me temo que las niñas seguirán siendo explotadas de todas las maneras
posibles, que se las seguirá negando el derecho a su propia infancia, que serán
utilizadas en matrimonios concertados entres las familias, que se las obligará a
maternidades siendo extremadamente jóvenes para poder afrontarlas con la madurez
necesaria, y así un sinfín de calamidades.
¿Qué habrá pasado con las miles de viudas que quedaron en la calle expuestas a
palizas y tratos vejatorios peores que los que se le pueden propinar a los perros
callejeros?, ¿Alguien se habrá ocupado de ellas para que hayan podido sobrevivir?
Y mientras, los hombres, eso sí tutelados por los invasores EE.UU. seguirán
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